Acerca del autor:
Lev Nikolayevich Tolstoi (1828-1910) fue un novelista, crítico, dramaturgo y filósofo ruso. También fue un anarquista no violento y un reformador educativo. Tolstoi nació en una familia noble y disfrutó de unas condiciones familiares superiores. Perdió a su madre con un año y medio y a su padre con nueve, y fue criado por su tía. Tolstoi comenzó a recibir una educación familiar típicamente aristocrática desde niño. Sin embargo, no le gustaba la vida de la clase alta y volcó toda su energía y emociones en la creación literaria. Sus obras describen principalmente la tenaz lucha del pueblo durante la Revolución rusa, por lo que se le llamó "el espejo de la Revolución rusa de Octubre". Lenin lo elogió en una ocasión por crear obras pioneras en la literatura mundial. Entre sus obras más representativas se encuentran "Guerra y Paz", "Ana Karenina", "Resurrección", "La mañana de un terrateniente", etc.
Reflejos:
Anna Pavlovna sonrió y prometió cuidar de Pierre, cuyo padre, según ella, era pariente del príncipe Vasily. La anciana, que estaba sentada junto a mi tía, se levantó y alcanzó al príncipe Vasily en el salón. El interés fingido había desaparecido de su rostro.
Su rostro amable, bañado por lágrimas, sólo mostraba ansiedad y miedo.
"Príncipe, ¿cómo estás con nuestro pequeño Boris?", preguntó, persiguiéndolo por el pasillo. Enfatizó la palabra "Boris". "No puedo quedarme más tiempo en Petersburgo. Por favor, dime qué noticias puedo darle a mi pobre hijo". Aunque el príncipe Vasily escuchó a la anciana con reticencia y casi con descortesía, e incluso mostró impaciencia, ella le sonrió amablemente y le estrechó la mano, temerosa de que se fuera.
—Si le dices al Emperador que puede ser transferido a la Guardia, no te importa nada —suplicó.
—Créeme, haré todo lo que pueda en cuanto llegue, princesa —respondió el príncipe Vasily—, pero me resulta difícil pedirle ayuda al Emperador.
Te aconsejo que vayas a Rumyantsev a través del príncipe Golitsyn; sería más prudente. La anciana era la princesa Drubetskaya y provenía de una de las familias rusas más distinguidas, pero había pasado por momentos difíciles, hacía tiempo que se había retirado de la sociedad y había perdido todas sus antiguas relaciones. Había venido a buscar un puesto en la Guardia para su único hijo. Solo para ver al príncipe Vasily logró asistir a la fiesta de Anna Pavlovna, y solo por eso escuchó las historias del vizconde. Las palabras del príncipe Vasily la sobresaltaron, y su rostro, antes hermoso, mostró resentimiento, pero solo duró un instante. Volvió a sonreír y estrechó la mano del príncipe Vasily con fuerza.
"Escucha, Príncipe", dijo, "nunca te lo he pedido ni lo haré, ni te he hablado de la bondad de mi padre. Pero ahora te ruego, por Dios, que hagas esto por mi hijo, y siempre te consideraré mi benefactor". Se apresuró a añadir: "No, no te enfades, solo prométemelo. Se lo pedí a Golitsyn, pero se negó. ¡Sé amable, como antes!", dijo, intentando sonreír, pero tenía los ojos llenos de lágrimas.
"Papá, vamos a llegar tarde", dijo la princesa Helena, que esperaba en la puerta, girando su hermosa cabeza de sus hombros clásicos.
El poder es un capital en la sociedad, y para no desperdiciarlo, hay que atesorarlo. El príncipe Vasily lo sabía, y pensaba que si siempre accedía a las peticiones, pronto sería incapaz de defenderse, por lo que rara vez usaba su poder. Sin embargo, en el caso de la princesa Drubetskaya, tras otra petición, sintió un remordimiento. Ella le recordó que, al comenzar su carrera, contó con el apoyo de su padre. Además, por su actitud, pudo ver que algunas mujeres, sobre todo las madres, una vez que se deciden, no se rinden hasta alcanzar sus metas. Si no consiguen lo que quieren, están dispuestas a importunar e incluso a discutir en todo momento, y ella es una de ellas. Esta última consideración lo hizo vacilar.
—Querida Anna Mihaylovna —dijo con su habitual tono cariñoso.